EL BRUTALISTA: CUANDO EL SUEÑO AMERICANO SE VUELVE PESADILLA
- juaninchausteguic
- 19 feb
- 7 Min. de lectura
Brady Corbet nos entrega El Brutalista, una película que ha dividido a la crítica entre quienes la consideran una epopeya cinematográfica que recupera la grandeza del cine de autor y el pasado glorioso de la cinematografía y alaban sus actuaciones, su dirección y fotografía; y quienes la ven como una obra desbordada de ambición, con más peso que contenido.
Con 215 minutos de duración, un intermedio de 15 minutos y una historia que abarca tres décadas, la película revive la estética del cine clásico con un peso filosófico que deja más preguntas que respuestas. Corbet apuesta por una narrativa densa que, en su ambición, pierde el rumbo en algunas subtramas y deja cabos sueltos, pero deja una huella que no se borra fácilmente.
Si algo deja claro esta película es que huir de un sistema opresivo no significa escapar de la opresión, y en ese dilema se construye la tragedia de su protagonista.

LÁSZLÓ TÓTH: DEL HOLOCAUSTO AL INFIERNO CAPITALISTA
László Tóth (Adrien Brody), un arquitecto judío húngaro, sobrevive al Holocausto en Buchenwald solo para encontrar una nueva prisión: el capitalismo estadounidense de la posguerra. Cambió un régimen de exterminio por otro de explotación.
Con la esperanza de rehacer su vida, emigra a Estados Unidos en 1947 junto a su esposa, Erzsébet (Felicity Jones). Pero el sueño americano no solo exige talento, sino sumisión, conexiones y la capacidad de venderse al mejor postor. La élite arquitectónica lo rechaza, incluso su propia comunidad judía lo mira con recelo.
Su principal mecenas, Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce), es un industrialista que encarna la perversidad del poder y la impunidad. Lo contrata para diseñar un ambicioso proyecto arquitectónico, pero la relación pronto revela un trasfondo oscuro de manipulación y abuso.


EL HORMIGÓN COMO METÁFORA DEL DESGARRO HUMANO
La película no elige el brutalismo como un simple capricho estético, sino como un reflejo de la lucha interna del protagonista. El brutalismo, caracterizado por estructuras de hormigón desnudo y diseños funcionales, refleja la dureza, crudeza y la honestidad de su experiencia como inmigrante y su paso por los campos de concentración Nazis.
Se enfatiza esta conexión, mostrando cómo las edificaciones se convierten en extensiones de las emociones y desafíos del protagonista. Destaca la resiliencia humana y el modo en que el arte y la arquitectura pueden servir como vehículos de expresión y adaptación en tiempos de cambio.
La rigidez de las estructuras brutalistas representa su lucha por mantener su integridad artística. La dureza del concreto simboliza la frialdad del sistema capitalista que lo absorbe y aniquila poco a poco. Los techos altos y monumentales evocan un respiro después de las barracas claustrofóbicas del campo de concentración. Las edificaciones de László son gritos de concreto, gritos que Estados Unidos ignora porque no quiere arte, sino utilidad.
Corbet ha señalado que parte de su inspiración para la película surgió como respuesta a las políticas de Trump, especialmente su mandato de "Hacer que los edificios federales sean hermosos de nuevo", que busca reemplazar la arquitectura brutalista con diseños neoclásicos. El director compara esta postura con la del Tercer Reich hacia el diseño y la arquitectura modernista, destacando una preocupante similitud en la intolerancia hacia lo que se percibe como "otro".


EL ABUSO COMO ESTRUCTURA INVISIBLE
La relación entre László y Van Buren no es solo la clásica historia de explotación del rico poderoso sobre el inmigrante pobre y talentoso. Es un sistema de dominación donde el abuso es físico, emocional y económico, incluso literalmente sexual. Van Buren no solo le roba su creatividad, también su dignidad, en un episodio de agresión sexual que la película deja en la ambigüedad, pero que resuena en cada mirada perdida de László. Ese acto es un modo de Van Buren de poseer y apoderarse de algo que él no tiene ni tendrá por mucho dinero que tenga. En el capitalismo la sensibilidad es una mercancía no un asunto del alma y del espíritu.
Erzsébet, esposa de László, descubre lo sucedido y lo confronta con un frío y devastador “Supe lo que hiciste”, dejando en el aire si se refiere a la sumisión de László ante el capitalismo, a su adicción a la heroína, que usa como válvula de escape al trauma que arrastra, o a la agresión sufrida.
La película no aborda explícitamente la orientación sexual de Van Buren. Su agresión hacia László puede interpretarse como un acto de poder y dominación más que una expresión de deseo homosexual. Aunque ésta ambigüedad en torno a su sexualidad añade complejidad al personaje, reflejando las oscuridades de la represión y el abuso de poder en contextos sociales y personales.
La narrativa en movimiento tampoco detalla explícitamente los posibles abusos sexuales de Tóth durante su sometimiento al régimen Nazi, solo vemos que su comportamiento reservado, sobre todo en la intimidad sexual y sus respuestas emocionales en lo personal y profesional indican cicatrices psicológicas significativas. Su adicción a la heroína podría interpretarse como un mecanismo para lidiar con estos traumas no verbalizados. Nunca se dice nada en claro sobre su orientación sexual, y cualquier interpretación sería subjetiva y basada en la percepción individual del espectador, que es lo que busca el director, como en otros aspectos de la historia.
Por ejemplo, el destino de Van Buren queda en la incógnita: ¿Se suicida? ¿Huye? ¿Enfrenta alguna consecuencia? Como en la vida real, la impunidad parece ser la respuesta más probable. Después de todo los poderosos no suelen pagar por sus pecados, al menos no en la Tierra ni en el comunismo ni en el capitalismo.



MUROS INVISIBLES: EL FALSO REFUGIO DE AMÉRICA
Aunque la historia ocurre en la posguerra, el discurso resuena con las actuales políticas migratorias de Donald Trump y la hostilidad de Estados Unidos hacia los extranjeros. László llega a América creyendo que escapó del fascismo, pero encuentra otro tipo de totalitarismo: el corporativo, el financiero, el del poder disfrazado de oportunidad.
Corbet no solo habla de arquitectura y arte, sino del costo de la movilidad social y la xenofobia institucionalizada. Aquí, el comunismo es enemigo, pero el capitalismo también devora a los suyos. Y en los años en que Estados Unidos iba con todo contra el Comunismo en plena Guerra Fría.

EL INTERMEDIO: UNA PAUSA QUE DIVIDE OPINIONES
A media película, Corbet impone un intermedio de 15 minutos, una decisión deliberada con la co-guionista, Mona Fastvold, que recuerda al cine clásico y que se siente como una pausa obligatoria para absorber el peso de la historia. Este intermedio no es solo un descanso físico, sino una separación narrativa: la primera mitad es la historia de esperanza, adaptación y lucha. La segunda mitad es la degradación del protagonista y el precio de su ambición.
Este intermedio ha sido recibido con opiniones divididas. Para algunos, es una maniobra estilística efectiva. Para otros, una muestra más de la excesiva autocomplacencia del director y la oportunidad para ir al baño sin perder detalle de la peli. ¿A ti que te pareció? ¿Fuiste al baño o al refill de palomitas?

EPILOGO
En el epílogo ambientado en 1980, durante la Bienal de Arquitectura de Venecia, László asiste a una retrospectiva de su obra. Está acompañado por su sobrina, Zsófia, y la hija de ella, quienes han sido pilares en su vida. Aunque László y Erzsébet no tuvieron hijos propios, Zsófia y su familia representan la continuidad y el legado personal y profesional de László. La presencia de Zsófia y su hija subraya la importancia de los lazos familiares y cómo, a pesar de las adversidades, han mantenido una conexión profunda y significativa.
10 NOMINACIONES AL ÓSCAR: ¿CUÁLES PUEDE GANAR?
✔️ Mejor Película
- Tiene peso, pero Anora" y Cónclave dominan la categoría y ya han ganado otros premios importantes de la temporada.
✔️ Mejor Dirección (Brady Corbet)
- Ambiciosa, pero no favorita. Sean Baker por Anora parece tener ventaja, con eso de que en algunos momentos a la peli se le va la olla en subtramas y temáticas.
✔️ Mejor Actor (Adrien Brody)
- Su actuación es de las mejores de su carrera, ya ganó el BAFTA y el Critics’ Choice y el Golden Globe. En mi fantasía hice una extensión de su personaje de El Pianista (2002) de Roman Polanski, donde era músico, como continuación en América ahora como arquitecto y hace mucho match ¿no creen?
❌ Mejor Actriz de Reparto (Felicity Jones)
Es muy convincente e intensa, pero Zoe Saldaña arrasa en la temporada de premios por Emilia Pérez. Difícil que lo logre. Hollywood ya le apartó el Oscar a la dominicana.
❌ Mejor Actor de Reparto (Guy Pearce)
- Hollywood parece inclinado hacia Kieran Culkin por A Real Pain (¿por qué? Nadie sabe) si actúa igual que su personaje de Succession (la serie de 2018)
✔️ Mejor Fotografía
- Uno de sus puntos más fuertes. Puede dar la sorpresa, ya ganó el BAFTA en esta categoría. Pero están fuerte Dune Parte 2 y Nosferatu dan pelea.
✔️ Mejor Diseño de Producción
- El brutalismo visual es su mayor triunfo. Tiene grandes posibilidades, pero hay competencia fuerte de Dune Parte 2, Wicked y Cónclave
❌ Mejor Guion Original
- Con tantas subtramas sueltas, no parece probable, a la trama a veces se le va la olla. Hollywood siente predilección por A Real Pain de Jesse Eisenberg, (que no hace falta decir la palabra judío) y la cuota del cine independiente de Anora.
❌ Mejor Edición
- Su duración excesiva le juega en contra y aquí Cónclave tiene más potencial.
✔️ Mejor Banda Sonora
- Ya ganó el BAFTA. Su musicalización es clave en la narración épica arquitectónica, aunque para el Oscar, Cónclave con su tensión dramática papal a partir de la música tiene gran poder y Emilia Pérez en su esperpento musical, apantalló a La Academia.
El Brutalista es una película tan ambiciosa como el propio protagonista. Visualmente impecable, pero excesiva en su ejecución. Emocionalmente poderosa, con personajes muy complejos, pero se quedan algunos cabos sueltos. Socialmente relevante, pero simbólicamente abrumadora. Es cine de autor en su máxima expresión: o lo amas o te irrita su pretensión.
Ofrece una crítica incisiva sobre cómo diferentes sistemas sociopolíticos pueden, de distintas maneras, limitar y moldear la experiencia humana, especialmente la de aquellos que buscan refugio y una nueva oportunidad en tierras extranjeras.
Si gana el Óscar o no, su legado ya está asegurado. Y como sus imponentes construcciones de hormigón, su impacto perdurará en la memoria del cine, sin importar cuántos lo admiren o cuántos lo quieran demoler.

Arquitectura Brutalista en México

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